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¿Pudo Argentina ganar la guerra

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Alejandro Guerrero (publicado en Prensa Obrera 1216, 29/03/2012) "El gobierno de (Leopoldo) Galtieri está acabado" (Política Obrera N° 327; 2/3/1982). El 30 de marzo de ese año, la huelga general y una imponente movilización obrera indicaban el estado de las cosas: a la crisis terminal de la dictadura en materia económica -con la consiguiente dispersión política, lucha de camarillas y resquebrajamiento general de la unidad burguesa en tomo del cuartel- se añadía, decisivamente, la crisis por abajo: la intervención del movimiento obrero. Esos factores han sido ana-lizados en números anteriores de Prensa Obrera, pero se hace necesario recordarlos porque ellos explican las razones de la guerra y de la derrota, y no el mito de una supuesta imbatibilidad militar del imperialismo inglés. Es más, para Margaret Thatcher, el envío de la flota tuvo mucho de aventura y hasta de recurso desesperado. Hundido en una crisis económica severa, su gobierno estaba entonces a punto de caer. Si,

Hay otra “oposición dialoguista”

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La marcha del 24 habría sido una victoria en toda la línea por su masividad, al punto que el gobierno no se atrevió a dictar al día siguiente -como había prometido- un indulto a medias para los genocidas (se proponía mandar a su casa “a los ancianos que cumplen prisión preventiva”). Lo multitudinario de la marcha le ha hecho ver que ese decreto le abría un frente que no le convenía abrir. Es la evidencia de que el gobierno empieza a encontrar una oposición activa en las masas populares. Los principales convocantes, desde el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia hasta un conglomerado que desgraciadamente incluyó a Nora Cortiñas, junto con un aparatito que por primera vez en 40 años asistió con un cartel de la CGT y de algunos sindicatos dirigidos por burócratas, rechazaron el ofrecimiento cobarde del FITU de retirar de su propia convocatoria cualquier párrafo altisonante para hacer un acto único. Les rechazaron la agachada, les dijeron que no. Eso tiene una sola explicación: el enfrentam

¿En qué situación estamos?

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  La supervivencia del gobierno está en cuestión, situación que abre una crisis de consecuencias impredecibles. Todos los mentideros parlamentarios indican que el DNU no tiene posibilidades de sobrevivir a su paso por las Cámaras, y la “ley ómnibus" ya ha quedado desguazada en trozos. Y uno y otra son la base de sustentación de la permanencia del oficialismo. Milei ve la crisis y amenaza con convocar a un plebiscito que disuelva el parlamento. Algo idéntico hizo en su momento Rafael Correa en Ecuador, con la diferencia abismal del consenso popular entre uno y otro. Con aquel paso, Correa dio legitimidad y legalidad a una enorme corriente política; en Milei, sería simplemente un golpe de Estado a lo Fujimori ¿Está en condiciones de ejecutar una medida así, cuando su propio minibloque se parte en la Legislatura bonaerense? Todo indica que no. Por el otro lado, Milei tiene el solitario respaldo de algunas cámaras patronales mientras el producto industrial se derrumba más de un 12 por

“Que se haga oír, potente, la voz del proletariado” (Jean Jaurés)

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Por Alejandro Guerrero Con sus diez puntos presentados en la apertura de las sesiones legislativas, Milei le ha declarado la guerra a la clase trabajadora. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que esos diez puntos (concentraron todo el discurso,el resto fue una serie de bravatas) son producto del fracaso oficialista cuando intentó imponer la “ley ómnibus”, puesto que esos puntos son un desguace de las “Bases”, que ahora vuelven bajo la forma de un nuevo “gran acuerdo nacional”, sólo que en circunstancias históricas muy diferentes. Por lo demás, el acuerdo “fundacional” que propone Milei, de fundacional no tiene nada. Cuando mucho, es la máscara cadavérica del viejo proyecto alberdiano-sarmientino, que se correspondía a otra época y tampoco prosperó porque hubiera necesitado de una burguesía  revolucionaria que Milei correría a garrotazos. No deja de sorprender que, a pesar del ataque frontal a las condiciones de vida y trabajo del movimiento obrero, la acción contra esta ofensiva histó

La Crisis de Arriba, la Crisis de Abajo

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Por Alejandro Guerrero La crisis de los arriba avanza más rápidamente que la movilización de los abajo, que de todos modos lejos está de mantenerse quieta. En 2001, las cuasimonedas fueron producto de la dispersión política y económica del Estado, pero no de un enfrentamiento abierto de las provincias con Buenos Aires. Eso no se veía desde los tiempos de la Organización Nacional, a mediados de los años 50 del siglo XIX. “Eso no lo puede hacer un miembro del PRO”, dijo Patricia Bullrich de Ignacio Torres, gobernador del Chubut, quien se niega a enviar al Estado central el petróleo y el gas de suprovincia si no le pagan 13.500 millones de pesos que según él le deben por coparticipación federal. Pero el dato clave está en lo que dice Bullrich: el frente oficialista está hecho pedazos y el PRO es parte de una oposición activa. A tal punto es así que el gobernador de Córdoba, el radical Martín Llayora, junto con su colega Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría, toman parte de reuni

Lenin y la Asamblea Constituyente

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 Nuevo libro de Alejandro Guerrero, pedilo en PDF a $2500  Un análisis con una fuerza teórica para unir la agitación contra el gobierno capitalista de Milei y superar la dispersión de la actual Izquierda y la crisis política, para pasar a una etapa de organización más sistemática y general

Subte

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 Cuando bajé las escaleras del taller Rancagua para tomar servicio por primera vez un día como hoy hace 20 años atrás no tenía pensado vivir todo lo que aconteció.  Dos décadas en el Subte. Y sin dudas una mejor que la otra. De ambas elijo la primera. La de la lucha contra las tercerizaciones, la de las paritarias con voz y voto de acción directa para recomponer el salario, la de la obtención de innumerables ascensos postergados para todos mis compañeros, especialmente para los activistas que hicieron posible las 6 horas y frenaron los despidos. La década en que el Cuerpo de Delegados se reunía religiosamente todos los martes en el Bauen. Donde se recorrían los sectores y las discusiones se daban mano a mano con la base puliendo la mejor propuesta para llevar y defender contra la empresa. La década en la que saldamos una discusión histórica y donde el sindicato propio se hizo realidad. Soy de los que no conocimos las 8 horas ni los despidos arbitrarios y todo aquél miedo con el que se