Milei tiene que ir Preso
Por Raúl Valle
La Pandilla Mafiosa de Milei: Cómo los Ladrones Capitalistas Saquean las Arcas Públicas y Roban a los Trabajadores y Más Vulnerables
En un país donde la desigualdad se profundiza como una herida abierta, el gobierno de Javier Milei no es más que una asociación ilícita disfrazada de "libertad económica", una banda de corruptos y ladrones que opera desde las sombras del poder para enriquecer a sus compinches a costa del pueblo trabajador.
Desde la perspectiva de la izquierda combativa, esta no es una anomalía aislada, sino el reflejo putrefacto del sistema capitalista que Milei defiende con fervor neoliberal, un régimen donde los ricos se hacen más ricos mientras los trabajadores, los discapacitados y los marginados son despojados de sus derechos básicos.
La reciente investigación sobre la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) lo confirma: un esquema de cohecho, defraudación y cartelización que ha desviado más de 43.000 millones de pesos de las arcas públicas en apenas un año, protagonizado por exfuncionarios, empresarios y vínculos directos con la cúpula del gobierno. Esta es la cara real del "anarcocapitalismo" de Milei: corrupción sistémica, saqueo estatal y una red de ladrones que opera como una mafia organizada. Es hora de desenmascarar esta farsa y movilizar al pueblo para acabar con ella.
La trama desenterrada por el fiscal Franco Picardi y el juez Sebastián Casanello no es un caso menor; es el corazón podrido de un gobierno que prometió "cortar el gasto público" pero que, en realidad, lo redirige hacia bolsillos privados. La Andis, agencia destinada a proteger a las personas con discapacidad –aquellos que el capitalismo abandona como "cargas improductivas"–, se convirtió en un botín para una asociación ilícita. El esquema se basaba en "compulsas reducidas", un eufemismo para un cartel mafioso donde solo cuatro droguerías seleccionadas –Profarma, Génesis, New Farma y Floresta– participaban en licitaciones manipuladas.
Mientras un circuito "regular" simulaba competencia con 14-16 empresas, el paralelo era un monopolio: dos empresas ganaban adjudicaciones reales, y las otras dos fingían competir con ofertas infladas, creando una ilusión de legalidad en un mercado cartelizado. Profarma y Génesis acaparaban el 93% de los medicamentos, mientras New Farma y Floresta monopolizaban insumos como implantes cocleares. El resultado: sobrefacturación escandalosa que robaba al Estado y, en última instancia, a los trabajadores y vulnerables que dependen de estos servicios.
Imaginemos el cinismo: el medicamento Macitentan, que en licitaciones abiertas costaba 411.764 pesos, se adjudicaba en compulsas reducidas por casi 8,3 millones –un aumento del 1900%! El Burosumab pasaba de 19 millones a 45 millones por unidad, y el Guselkumab subía entre 15% y 20% respecto a ofertas simultáneas. ¿Por qué? Porque en este sistema capitalista, la "eficiencia" neoliberal no es más que una excusa para el robo. Otras droguerías, si lograban entrar en licitaciones abiertas, ofrecían precios a la mitad. Solo entre julio de 2024 y agosto de 2025, estas maniobras irregulares generaron adjudicaciones por más de 43.000 millones de pesos. Esto no es corrupción aislada; es el modus operandi de un gobierno que privatiza el dolor ajeno para financiar su élite.
Al centro de esta banda están figuras clave, muchas con vínculos directos al círculo de Milei. Diego Spagnuolo, exdirector ejecutivo de la Andis y abogado personal del presidente, admitía en audios filtrados cobros de sobornos y el rol de Daniel Garbellini como recaudador entre droguerías. Garbellini, director de Acceso a Servicios de Salud, enviaba "retornos hacia arriba", con alusiones explícitas a Eduardo "Lule" Menem y Karina Milei, hermana del presidente. ¿Coincidencia? No: la investigación apunta a que quienes colocaron a Garbellini en la Andis, y quienes cartelizaron las droguerías, incluyen a los hermanos Kovalivker de Suizo Argentina, con vínculos fluidos con los Menem. Y ahí está Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, como un hilo conductor de esta red corrupta. Esta no es una "filtración"; es evidencia de que el gobierno de Milei es una extensión de la vieja mafia menemista, reciclada bajo el disfraz de "libertad".
La estructura criminal revela tres niveles, como una pirámide capitalista donde los de arriba succionan la riqueza de abajo. En el primer nivel, funcionarios como Spagnuolo y Garbellini autorizaban el direccionamiento, garantizaban cobertura institucional y recibían pagos en efectivo. Spagnuolo cobraba al menos 5 millones de pesos en efectivo de Miguel Ángel Calvete para un viaje a Israel que nunca se hizo, guardaba 82.000 dólares no declarados en una caja de seguridad y tenía una máquina contadora de billetes en casa. Garbellini, por su parte, realizó obras millonarias en su vivienda (multa de 22,5 millones en su country) y gastaba más de 4 millones por mes en tarjetas de crédito, muy por encima de su salario. Estos no son "errores"; son ladrones capitalistas que usan el Estado como su caja fuerte personal.
El segundo nivel incluye operadores paraestatales como Calvete y Pablo Atchabahian, quienes impartían órdenes desde fuera como si fueran funcionarios. Colocaron personal propio: Lorena Di Giorno y Eduardo "Pino" González actuaban como agentes internos de Calvete, filtrando información y facilitando pagos; Luciana Ferrari operaba el sistema de la Andis desde Roche para Atchabahian. Estos intermediarios, sin rol formal, diseñaban estrategias, gestionaban retornos y decidían adjudicaciones. Es el retrato del capitalismo salvaje: lobos con piel de cordero, operando en las sombras para maximizar ganancias ilícitas.
El tercer nivel son los empresarios beneficiarios: Andrés Arnaudo de Génesis, Ruth Lozano de Profarma, Patricio Rama de New Farma, Silvana Escudero y Alejandro Fuentes de Floresta. Coordinaban quién ganaba cada compulsa, con Roger Grant ejecutando las maniobras en el sistema. Los beneficios fluían en múltiples direcciones: Eduardo González consultaba a Calvete sobre "hacerse de los dólares", Lorena Di Giorno facturaba millones a empresas vinculadas a Calvete, y el blanqueo a gran escala involucraba a Alan Pocovi (hijo del exmarido de Zulemita Menem) y Sergio Mastropietro, quien recibía transferencias millonarias a través de Baires Fly bajo conceptos ficticios como "compra de kilómetros para aeronaves". Pocovi invertía en criptomonedas vía "NEBLOCKSHAIN", y escuchas captaron a Calvete ordenando movimientos de dinero. Baires Fly, con aviación privada 24 horas, no solo blanqueaba fondos, sino que ofrecía rutas de fuga para estos delincuentes.
Esto no es mera corrupción; es el capitalismo en su forma más depredadora. Milei, con su retórica antiestatista, defiende un sistema donde el Estado se privatiza para beneficio de oligarcas. Los discapacitados, los pobres, los trabajadores son los damnificados: sus recursos se desvían hacia bolsillos de millonarios. Esta banda refleja la continuidad de la corrupción argentina, desde Menem hasta Milei, un ciclo de saqueo que solo beneficia a la burguesía. Los audios de Spagnuolo, las sobrefacturaciones, los pagos en efectivo –todo apunta a una asociación ilícita que opera con impunidad, protegida por el poder ejecutivo. ¿Por qué no se investiga más arriba? Porque Milei y su círculo son parte de ella. Esta es la "revolución liberal" de Milei: una farsa para enriquecer a sus amigos mientras el pueblo sufre ajustes brutales.
El peronismo es cómplice, no pide la cárcel para Milei, tampoco salió a defender a su jefa con la huelga general, teniendo el poder de las estructuras sindicales y de haber pasado del dominio estructural del estado. Están en total complicidad con la reforma laboral, sobre todo la Cámpora que no construyó nada en los sindicatos y centros de estudiantes para luchar, sino para traicionar.
Pero la izquierda no se queda callada. Esta investigación es una ventana a la podredumbre del régimen, y debemos usarla para movilizar. El pueblo trabajador, los sindicatos, los movimientos sociales deben levantarse contra esta mafia. No basta con denuncias; hay que exigir justicia. Milei, Karina Milei, Martín Menem, los Kovalivker y toda esta banda de corruptos deben ir presos incluidos los personeros peronistas de los anteriores regímenes. Sus fortunas ilícitas, construidas sobre el sufrimiento ajeno, deben confiscarse y redistribuirse para los que realmente lo necesitan: los obreros, los discapacitados, los marginados. Solo con un gobierno obrero, un régimen de los trabajadores para los trabajadores, recuperando los sindicatos para la lucha, estos ladrones capitalistas estarán presos e inutilizados para toda la vida.
El socialismo no es utopía; es la herramienta para acabar con esta corrupción sistémica. ¡Movilicémonos! ¡Por la justicia popular, contra los saqueadores! ¡Milei y su pandilla a la cárcel, y el poder al pueblo trabajador!
Vení a escribir, denunciar y organizar con el Circulo de Trabajadores y Estudiantes
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