La posible derrota del peronismo en las elecciones de BsAs, es la derrota de Milei.


Por Raúl Valle


La próxima posible derrota electoral del peronismo en la provincia de Buenos Aires, donde candidatos y militantes de la policía de La Libertad Avanza, ya han mostrado fuerza en intendencias y legislaturas locales, consejos escolares, refleja una crisis profunda de representación política en Argentina. 

Desde "El Destape" 29/7 hasta el "Cronista" 26/7 desplegaron encuestas de esta derrota del peronismo.

Este fenómeno se inscribe en un contexto de fragmentación del sistema bipartidista tradicional, donde el peronismo y el radicalismo habían dominado la escena desde la democratización de 1983. 

Desde el 2008 ya es claro que el peronismo es un muerto político. Desde el inicio de la derrota del peronismo con el proto-Milei de De Narváez hasta el proto-Milei de Massa. Hay que recordar a los peronistas que la victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales de 2023 fue del 56% de los votos. Es un imaginario colectivo de las masas, que simboliza un punto de inflexión, por primera vez en el siglo XX, una fuerza de derecha accede al poder sin golpes de estados. Para el kirchnerismo y una parte de la izquierda, el avance primero con Macri y luego con Milei es una estructuración superflua.


El agotamiento final del peronismo y sus contradicciones. 

El peronismo, históricamente ligado a la clase obrera y a políticas de bienestar social, ha visto erosionada su base electoral, claramente desde 2019, perdiendo más de 6 millones de votos.

Su gestión reciente, bajo Alberto Fernández, se asoció a crisis económicas recurrentes (alta inflación, deuda externa) y decisiones controversiales, como el manejo de la pandemia y privilegios en la distribución de vacunas para los peronistas, mientras en su inicio negaba el COVID en el territorio nacional, y luego, el pueblo trabajador moría sin vacunas o falta de atención sanitaria dado con el destrozo del presupuesto de salud y salarios del personal sanitario.

También, con el asesinato del militante trotskista de Mariano Ferreira a manos del peronismo de los ferroviarios, donde la CGT peronista hizo y hace el negocio con las tercerizaciones a los jóvenes en los lugares de trabajo y las fábricas. En la novela policial se los denomina “partícipes necesarios”.

Esto alimentó una percepción de lejanía con las demandas populares, especialmente en un contexto de ajuste fiscal, o con la continuidad del endeudamiento con el FMI, caso Cristina que dio a su mejor alumno, Guzmán, y luego Massa para el pago leonino con el gobierno trucho de Alberto Fernández.


La complicidad pasiva del peronismo frente a la victoria de Milei (como la reforma laboral y previsional) 


La complicidad del peronismo ante el saqueo financiero y el ajuste que precariza derechos históricos, refuerzan la narrativa de una verdadera "casta política" desconectada de la realidad obrera, una subordinación histórica a la burguesía. Este escenario recuerda el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), donde la falta de avances en proyectos anti-obreros llevó a su derrota, pese a la complicidad peronista, pero que llevó a su relevo al no realizar la reforma previsional y laboral como el mandato burgués.

El presidente libertario ha implementado un programa de shock económico (dolarización, privatizaciones y endeudamiento) y represión social, y vetando leyes que buscan proteger jubilaciones o derechos laborales.

La complicidad peronista es clara, sin embargo en las fuerzas armadas, con el ataque a las obras sociales y los bajos salarios se acercan a un clima de rebelión. Pese que toda la institución represiva, está alineada con Milei, en la entrega a la soberanía a los Ingleses, al sionismo y la OTAN. Unos cobardes.

Su discurso antisistema, prometió una revolución, que critica a "la casta" y promete un Estado mínimo, contrasta con la alianza con sectores oligárquicos (como grupos económicos representados por Galperin o Mindlin, La Rural). Hay que recordar que en el pasado, los liberales argentinos con la dictadura atacaron los planes de vivienda, el salario y el empleo, y con Menem y la Alianza, se sumaron el ataque a los ahorros, base del capitalismo distributivo. Los planes liberales gobernaron siempre para el saqueo.

La aprobación de leyes en el Senado contrarias a la agenda, y su posterior veto, evidencia un choque de poderes que tensiona la institucionalidad, pero que se resuelve en una dilación cómplice.

Por ahora, Milei tiene su base electoral, con ayuda de la UCR, en 20 de 23 provincias.

Así, consolida un voto de derecha radicalizado que capitaliza el descontento con la crisis, ahora, de su propia crisis (?).


La izquierda y sus dilemas: ¿Alternativa o brazo del Kirchnerismo?

Ya es tarde para el Frente de Izquierda (FITU), que enfrenta una crisis de identidad. Aunque ha organizado luchas sociales (como huelgas o reclamos contra ajustes), su estrategia de apoyo a Massa 2024, la creación de comisiones truchas con los kirchneristas, o la salvación con 12 diputados, ha sido criticada por subordinarse al peronismo.

Esto ha generado una percepción de falta de autonomía entre los trabajadores, que ven al FITU como una "colectora" del Kirchnerismo.

La posibilidad de ascender en la influencia política en las masas para una tribuna de agitación y denuncia es para Política Obrera. Sin embargo, su eficacia se ve limitada cuando evade en su programa, la consigna de un gobierno obrero y la recuperación clasista de los sindicatos, elementos centrales del marxismo revolucionario. La deuda externa total de Argentina (2023) alcanza los $274.000 millones de dólares, equivalente al 70% del PIB, con $44.000 millones desembolsados por el FMI y $14.000 millones en intereses anuales, lo que representa un 3% del PIB. 

Esta carga financiera agrava la crisis social: 40% de pobreza, salarios promedio de $300.000 ARS/mes (2023) que no resisten una inflación del 200% anual. 

En este contexto, consignas como "Ciudad de Trabajadores" (que llevó a Altamira a una banca obrera, año 2000, en CABA) se diluyen en propuestas ambiguas como "Una provincia que trabaja" (Mendoza, 2015) o "Ciudad de pobres" (CABA, 2025), sin vincularse a un programa de ruptura con el Estado burgués y expropiación de la deuda externa como parte de un plan contra el imperialismo.

La organización ridiculiza en sus últimos streams, 29-7, la toma del poder estatal como destrucción del estado capitalista (premisa leninista-trotskista), clave para resolver la crisis de dependencia. Su electoralismo, aunque basado en 800 luchadores, se reduce a administrar la crisis, ni siquiera “BsAs para los trabajadores”, sin cuestionar la subordinación al FMI- Kicillof. La deuda consume el 20% de los ingresos fiscales, recursos que podrían destinarse a salarios, salud y educación. Sin un programa que vincule no pago de la deuda, control obrero de la economía y toma del poder, su propuesta no ofrece una alternativa real. Por eso, a pesar de sus limitaciones, los 800 luchadores de Política Obrera son quienes valen el voto obrero, aunque su dilución programática muestra contradicciones con el ABC del marxismo.


Votemos a los 800 luchadores de Política Obrera en forma táctica. 

Y en forma estratégica un partido de trabajadores y una dirección clasista en los sindicatos que luche por el doble poder y la huelga general.



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