La catástrofe que se avecina con Milei

 



Por Raúl Valle


En un país asfixiado por décadas de neoliberalismo y dependencia externa, la deuda pública de Argentina se mantiene como un yunque que aplasta cualquier posibilidad de soberanía económica, y las promesas libertarias de Javier Milei solo generan más dudas sobre si este gobierno podrá romper el ciclo o si, por el contrario, lo profundizará con su obsesión por el mercado libre y el ajuste salvaje. Basado en el informe de la Secretaría de Finanzas de la Nación, la deuda total de la Administración Central se estancó en US$452.000 millones en septiembre, con una caída mínima de apenas US$199 millones respecto a agosto, lo que refleja no una victoria, sino la inercia de un sistema que nos condena a pagar eternamente intereses exorbitantes a acreedores extranjeros. 

Esta deuda, compuesta por préstamos con organismos internacionales, títulos en pesos y monedas extranjeras, y adelantos transitorios, no es solo un número frío; es el resultado de políticas que priorizan la especulación financiera sobre el bienestar del pueblo trabajador, perpetuando la explotación neocolonial que beneficia a potencias como Estados Unidos y el FMI.

Esta estabilidad aparente en la deuda oculta una realidad devastadora: US$251.000 millones en moneda extranjera representan el 56% del total, lo que significa que más de la mitad de nuestra carga está atada al dólar y al euro, fluctuando con el tipo de cambio y las variaciones globales que nos dejan indefensos ante crisis como la reciente inestabilidad cambiaria. Los US$200.000 millones restantes en instrumentos locales, convertidos al dólar usando el tipo de cambio del último día hábil de septiembre, demuestran cómo la volatilidad del peso argentino juega en contra nuestra, inflando artificialmente la deuda y complicando cualquier comparación histórica.

Comparado con septiembre de 2024, el stock total cayó en US$6.083 millones, con US$3.941 millones menos en deuda extranjera y US$2.142 millones en local, pero esto no es un logro; es una ilusión en un contexto donde la deuda sigue siendo un 76,7% concentrada en letras y títulos del Tesoro, incluyendo los controvertidos Bonares, Globales y Lecap, esos instrumentos que capitalizan intereses por encima de la inflación, generando un crecimiento perverso de la deuda que distorsiona el superávit fiscal y beneficia a especuladores en detrimento de inversiones sociales.

El 21,8% de la deuda corresponde a obligaciones con acreedores externos oficiales, como el FMI, el Banco Mundial, el BID y la CAF, recordándonos que Argentina sigue siendo rehén de instituciones imperialistas que imponen ajustes estructurales que empobrecen a la clase obrera. Porcentajes menores en adelantos transitorios (0,7%) y otros instrumentos (0,8%) no alivian el panorama, mientras que el análisis por monedas revela un 42% en dólares, 21% en pesos, 23% en CER y 13% en DEG, con el 64% emitido bajo legislación extranjera, lo que refuerza nuestra subordinación jurídica y financiera a poderes foráneos. 

En septiembre, los pagos de deuda ascendieron a US$10.158 millones, con el 91% en moneda nacional y 9% en extranjera, destinando US$9.810 millones a capital y US$348 millones a intereses, en un mes de volatilidad que cerró el acceso al mercado internacional y disparó el riesgo país, dejando claro que sin soberanía, Argentina paga por mantener a flote un sistema injusto.

Ahora, las dudas sobre Milei se multiplican: este presidente, con su retórica anarcocapitalista y promesas de dolarización y reducción del Estado, ¿podrá realmente enfrentar esta montaña de deuda o solo la agravará con privatizaciones masivas y recortes que favorezcan a élites locales y extranjeras? Su admiración por el libre mercado y figuras como Trump sugiere una alineación con intereses imperialistas, no con el pueblo, y su incapacidad para renegociar deudas de manera justa —como vimos en su acercamiento al FMI— genera temores de que termine entregando más activos estratégicos, como recursos naturales o empresas estatales, para pagar deudas que él mismo critica pero no resuelve. 

Milei títere del neoliberalismo global, incapaz de nacionalizar la banca central o desconocer la deuda, mucho menos imponer quitas masivas a acreedores, prefiriendo en cambio ajustes fiscales que golpean a los trabajadores y más vulnerables. Su gobierno, con ministros como Luis Caputo secundado por la Banca Morgan  parece destinado a perpetuar la dependencia, no a liberarnos, dejando a Argentina en un abismo donde la deuda no cae por justicia, sino por crisis cíclicas que nos arrastran más profundo.

Exigimos una ruptura radical: auditoría ciudadana de la deuda, desconocimiento y no pago y políticas que inviertan en el pueblo trabajador, no en Wall Street. ¡Milei es la casta endeudadora! ¡Por una Argentina libre de deudas imperialistas!

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