¿A dónde va el Nuevo MAS?
Por Raúl Valle
En el marco de la lucha de clases en Argentina, 2025, desde una perspectiva marxista, el Nuevo MAS emerge como un movimiento centrista que, bajo la apariencia de anticapitalismo, niega la necesidad imperiosa de un partido de trabajadores genuino, forjado en la internacionalización de la lucha proletaria. Un resultado de su crecimiento es por el desmoronamiento en la juventud del PTS, y de falta de un proceso de superación teórica del Morenismo, su caracterización internacional se basa para toda crisis y respuesta como "No Revolucionaria" y un solapado cuestionamiento del Leninismo, aunque lo citan, por dentro le atribuyen los procesos teóricos y gérmenes de los procesos burocráticos. Así, se presentan como lo nuevo, y como la tan mentada renovación o modernización que pide la clase media a la izquierda ortodoxa.
Este centrismo se manifiesta en su rechazo a un enfoque internacionalista en el análisis de la realidad, limitándose a un nacionalismo estrecho que ignora cómo el imperialismo global configura las contradicciones locales.
Más grave aún, el NMAS abraza un revisionismo leninista al desconocer la posición correcta en la lucha de clases: no se coloca firmemente en el campo oprimido contra el campo agresor, corre a la moda del centrismo de poseer la "verdad revelada" sobre el error de la teoría de los campos, diluye esta dicotomía esencial, heredada de Trotsky, en un eclecticismo oportunista. Desde su cauce teórico limitado, han tomado prestada la denuncia de los "campos" –el campo imperialista agresor versus el campo oprimido de los pueblos y trabajadores, a pesar de sus direcciones– pero la vacían de contenido revolucionario, convirtiéndola en una herramienta retórica para justificar alianzas pragmáticas que traicionan el internacionalismo proletario, por ejemplo son cofundadores del movimiento anticapitalista francés que reniega de la dictadura del proletariado.
La dirección del NMAS, en su afán por contrabandear una caracterización de la escena internacional, inventa una posición política expropiada al escritor de terror, Edgar Allan Poe, proclama que "entramos a una etapa sangrienta"(?), pero esto surge tras negar previamente un escenario de guerras mundiales, y la posibilidad de la 3 guerra mundial, revelando la herencia oportunista de Nahuel Moreno, ese teórico del centrismo que adaptaba el trotskismo a coyunturas con su caracterización de "no revolucionarias".
Esta corriente niega la teoría leninista de los "campos" porque carece de un programa coherente y de una caracterización marxista sólida; en su lugar, sacan del bolsillo la caracterización oportunista de Moreno para toda situación "no revolucionaria", y negando el campo oprimido por el agresor.
En plena guerra interimperialista, en la actualidad, ven la posibilidad de una alianza entre la OTAN y Rusia, en pleno enfrentamiento bélico lo cual es delirante, ya que la historia del imperialismo demuestra alianzas tácticas entre potencias rivales pero contra el proletariado global, lo contrario sería el frente único burgués solidificado de la que se vale el centrismo para negar la lucha de clases, y las contradicciones en la burguesía mundial.
Peor aún, en contexto de guerra, desarrollando la propia lógica del NMAS de la negación de los campos con la posibilidad, según ellos, existiría alianzas con la OTAN hacia sectores como China y países teocráticos de Oriente, un disparate que ignora cómo estos actores forman parte del campo agresor y agredido o, en el mejor caso, de contradicciones secundarias que no justifican pactos con el imperialismo occidental. Todo esto un camuflaje es para retomar el rumbo típico del centrismo, como se ve en su cita del Informe de la Conferencia internacional de Socialismo o Barbarie, 2024: "Por otra parte, la reapertura de una etapa con crisis y guerras también puede dar paso al retorno de la revolución en el siglo XXI, aunque todavía hay debilidad de la alternativa socialista como un horizonte en la subjetividad de las masas, producto del lastre heredado por la derrota que representó la contrarrevolución estalinista". Aquí, el NMAS evade la urgencia de la revolución permanente, subordinando el internacionalismo a esperanzas abstractas en "etapas" que no impulsan la acción proletaria inmediata, perpetuando el revisionismo al no romper con el estalinismo y al no forjar un partido mundial de la revolución.
En la nota de Juan Cruz Ramat, fechada el 30 octubre de 2025, titulada implícitamente "Dos izquierdas, dos campañas: El anticapitalismo del Nuevo MAS vs la autoproclamación del PTS/FITU", se revela una defensa acrítica del NMAS que oculta sus puntos débiles bajo un velo de protagonismo electoral.
La nota exagera el "mérito" del NMAS en debatir el salario y proponer un "Manifiesto Anticapitalista", pero ignora cómo estas propuestas, como elevar el piso salarial a 2 millones o recortar ganancias empresariales, quedan atrapadas en un reformismo que no cuestiona la propiedad privada para disponerla al trabajo, o ni impulsa el gobierno de trabajadores, cayendo en el mismo pragmatismo electoralista que critica al PTS.
En realidad, se minimiza el alejamiento del NMAS de la "tradición de la izquierda" en inserción orgánica en sindicatos y vanguardias estudiantiles, presentándolo como "vanguardia" cuando en realidad prioriza la representación parlamentaria sobre la lucha de clases cotidiana, un rasgo centrista que lo acerca al PO o al PTS en su adaptación.
Al elogiar la campaña del NMAS por "poner en debate el fracaso de gobiernos capitalistas", omite cómo esto se reduce a un nacionalismo economicista, sin vincularlo a la crisis global del imperialismo, negando el internacionalismo marxista.
La crítica a la "rotación" de dirigentes como Del Caño o Castillo es hipócrita, ya que el NMAS, con figuras como Manuela Castañeira, también personaliza la política en "chapulines colorados" capaces de "resolver" problemas por presencia sola, ignorando la necesidad de un partido colectivo y obrero. Lo que diferencia del PTS o PO es que Casteñeita está sola, no tiene floreros.
La nota acusa al FITU de "adelgazamiento político" por su eje antiimperialista parcial, pero el NMAS hace lo mismo al proponer una "Asamblea Constituyente" que no rompe con el Estado burgués, sino que lo reforma, perpetuando ilusiones democráticas burguesas.
Finalmente, al celebrar los "cien mil votos" como "gran piso", revela un electoralismo que mide el éxito en bancas, no en movilización revolucionaria, un punto débil que traiciona el marxismo al subordinar la lucha de clases a la democracia parlamentaria, ignorando la lección leninista de que el parlamentarismo es un medio, no un fin, y que sin internacionalismo, cualquier "anticapitalismo" se reduce a centrismo oportunista.
Veni a discutir y por un Círculo de Trabajadores y Estudiantes

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