Explota el Indec de Milei
Por Raúl Valle
Los indicadores actuales de Argentina, en realidad, se recogen con una pobreza cercana al 53%, una desocupación que afecta a más de la mitad de la población y un salario real en caída libre.
Son síntomas de una crisis que no se revierte y amenaza con profundizar hasta niveles nunca vistos en la historia reciente del país.
Mientras en el 2001 la pobreza era del mismo dígito, la cantidad de desocupados era mayor, casi 21%, ahora la pobreza incluye a trabajadores en relación de dependencia.
La pobreza supera a la mitad de la población a una mayoría excluida. En latinoamérica con todos los gobiernos de derechas y socialdemocratas el margen de la mitad de la población es pobre, ahora en argentina supera ese techo de la “banda”.
Entonces, llegamos al 52,9% de los argentinos que vive en la pobreza, un nivel comparable al de la crisis de 2001-2002. Con el último gobierno peronista de Alberto Fernández, ya venía nuevamente en ascenso y sin control, un 47%. Sin embargo, en la actualidad, las políticas de ajuste fiscal, la falta de inversión y la apertura de mercados, la eliminación de subsidios a servicios públicos y la inflación persistente (que en 2024 superó el 200% anual) están erosionando el poder adquisitivo aún más de las familias de la clase obrera.
La inflación no se moderó y los salarios siguen perdiendo contra los precios (actualmente, el 50% de las compras en supermercados se pagan con tarjeta de crédito, una señal de desesperación financiera), la pobreza podría superar el 60% en 2025. Para 2026, con la eliminación de programas sociales y la reducción de la obra pública, se estima que la indigencia alcance al 25% de la población. La "nueva pobreza" no solo incluirá a los tradicionales sectores vulnerables, sino también a empleados formales, profesionales y pequeñas empresas ahogadas por la recesión
Hoy, el 53% de los argentinos tiene problemas de empleo (desempleo, subempleo o informalidad), y el 68% desaprueba las condiciones del mercado laboral. Muchos de los trabajadores estables tienen otro trabajo. La eliminación de obra pública (clave para generar empleo en la construcción) y el ajuste en el sector estatal han profundizado la crisis.
Las próximas encuestas para las elecciones de provincia y octubre dan como mayor preocupación a la pobreza por sobre la seguridad.
El gobierno mantiene su política de "cero obra pública" y no incentiva la inversión privada en sectores intensivos en mano de obra (como la industria o el turismo). El "empleo" que surge es mayoritariamente informal, sin aportes jubilatorios ni protección social. Para 2026, se estima que el 70% de la población activa esté en condiciones de precariedad, con salarios que no alcancen para cubrir la canasta básica
El salario mínimo actual (322.000 pesos en agosto de 2025, según ajustes gubernamentales) no alcanza para cubrir la canasta básica. Con una inflación que no da tregua, los salarios siguen perdiendo valor.
Si la inflación se mantiene en niveles del 150% anual, para 2025 el salario mínimo equivaldrá a menos del 30% de la canasta básica familiar. Para 2026, se estima que el 40% de los trabajadores formales reciba un salario que no cubra ni el 50% de sus necesidades básicas.
Un tema relacionado con el salario mínimo son los alquileres que no se miden. Tampoco se dice que no existe la construcción de viviendas populares que es la base de superar el acceso a la crisis habitacional. La eliminación de programas de viviendas sociales y la reducción de la obra pública han frenado la construcción de casas para los sectores más humildes. En contra partida aumenta el negocio de los alquileres.
Sin inversión estatal ni privada en viviendas populares, para 2025 se estima que el déficit habitacional supere las 3,5 millones de unidades. Las villas miserias y los asentamientos crecerán un 20% en los próximos dos años, con familias enteras viviendo en condiciones de hacinamiento. La falta de acceso a la vivienda es ya un factor de conflictividad social, con protestas y ocupaciones de terrenos vacíos como forma de supervivencia que no se organiza todavía, pero pronto será un cauce para la rebelión.
El consumo de carne, pan y productos básicos está en la "caída histórica" y dió paso a la inseguridad alimentaria.
El consumo de carne vacuna está en su nivel más bajo en 28 años, y el de pan y productos de supermercado acumula 15 meses de caída. Si los precios de la carne siguen aumentando (actualmente, un kilo de asado cuesta más que el 5% del salario mínimo), para 2025 el consumo per cápita de carne podría reducirse a la mitad de lo que era en 2023.
El pan, un alimento básico, se volvió un "lujo" para muchas familias: se estima que el 30% de los argentinos no puede comprarlo regularmente. En los supermercados, la "canasta básica" (alimentos, higiene y limpieza) se limitó a productos de menor calidad, y el 60% de las compras se realizó con crédito o préstamos informales. La "inseguridad alimentaria" (falta de acceso a alimentos suficientes) afectará a más del 40% de la población para 2026.
Los datos actuales no son un "punto de inflexión", sino el inicio de una espiral descendente de la pirámide social y ascendente en la bronca obrera.
El gobierno de Milei mantiene sus políticas de ajuste fiscal, eliminación de subsidios y ausencia de planes de recuperación económica, sin inversiones privadas, con el pago de deuda externa, son el núcleo de la crisis en Argentina que el pueblo trabajador experimenta y debe superar.
Es una crisis sin precedentes: una mayoría de la población en la pobreza, un mercado laboral en ruinas, salarios que no alcanzan para sobrevivir y una crisis habitacional y alimentaria que instintivamente lleva a la insurgencia y en cualquier momento pasa de tensión a un desenlace social.
Con Milei y el peronismo, el "futuro es aterrador" y no es una especulación, es la consecuencia lógica de tendencias que ya están en marcha.
No es solo que explota el Indec. Necesitamos una alternativa. Paso a la Izquierda.
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