Es la crisis terminal es del capitalismo que impide las inversiones. No, solamente, el parásito mental de Milei


Por Raúl Valle


La inversión en Argentina experimentó una caída significativa durante el gobierno de Javier Milei, pero este fenómeno forma parte de una crisis que dura décadas en los medios de producción y en los partidos del sistema que la invisibilizan. Durante el gobierno peronista de Alberto Fernández (2019-2023), la inversión ya se vio afectada por una combinación de crisis económica, política, intervencionismo y desconfianza, con caídas del 80% en la inversión extranjera directa (IED) y una tasa de inversión total en mínimos históricos (9,5% del PIB), situación agravada por la pandemia de COVID-19 y una grave sequía.


En agosto de 2024, con Milei, la inversión privada cayó un 25,8%, mientras que el acumulado entre enero y agosto de 2024 mostró un desplome del 21,5%. Los sectores más afectados fueron la construcción, con una caída interanual del 27,6%, la industria y el comercio minorista, que experimentaron contracciones significativas, con una caída del 5,1% en la actividad económica. Carrefour anunció su cierre y su salida del país. 


La inversión privada en 2024 en total cayó un 13,7%, el peor registro en décadas, incluso después de las políticas de liberalización económica.


La crisis fiscal, de cuenta corriente y económica persiste a pesar del superávit fiscal a corto plazo del gobierno central (un tanto engañoso debido a la caída del 5% en los ingresos fiscales reales), todo ello sin incluir la deuda. Ante la persistencia de problemas como un déficit fiscal del 5% del PIB, se añade la deuda del Banco Central (Leliqs), equivalente al 10% del PIB.


Aunque el gobierno esperaba un "frenesí inversor" tras reducir el "riesgo país" a niveles no vistos desde 2019, la realidad muestra una salida de las multinacionales y una caída de sectores clave, una situación similar a la de Macri con los "brotes verdes", que llevaron la tasa de interés al 60% y luego, con el fallido ataque a la seguridad social, su derrota electoral. 


Los préstamos en pesos al sector privado experimentaron una “singular disminución en términos reales”, y limitaron la capacidad de financiamiento para proyectos de inversión. 


Milei mantiene una tasa de interés del 40% (y para las Leliqs) y, hoy, aceleró la suba del dólar.


Políticas como el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), con más de 300 artículos de desregulación, no han generado la confianza esperada de los inversores. El peronismo, si bien mantiene su apoyo al gobierno, dice "es como si sí", no convoca a la huelga general debido a la cómplice de la CGT que lidera, siguiendo la lógica de ser "bomberos de las llamas de la capital". Recordemos que Cristina apoya plenamente el pago de la deuda externa, primero con Guzmán y luego con Massa. Claro que hay muchos olvidadizos.


La fuga de capitales y las altas tasas de interés complican la situación. La falta de ingresos en dólares y la dependencia de la deuda externa definen al gobierno de Milei no solo como un parásito mental, sino como una trampa financiera. 

Los salarios reales cayeron un 17%, lo que reduce el consumo y la inversión internos. En este sentido, Milei busca claramente destruir el mercado interno para facilitar la penetración del saqueo y la extorsión de empresas estatales al imperialismo, como Fabricaciones Militares, Aerolíneas, Centros Atómicos, etc.


La crisis de inversión no es coyuntural, sino resultado de las contradicciones del capitalismo argentino. El DNU de Milei, con su desregulación y ajuste fiscal, no genera inversión, sino que profundiza la crisis: reduce el consumo (menor demanda) y precariza la fuerza laboral, sin expandir los mercados. 

No hay mercados en Estados Unidos ni en Europa. El descontento Milei solo tiene mercados en el Brasil socialista y la China comunista. Nadie lo dice.


La solución no está en un mayor liberalismo, sino en nacionalizar los recursos estratégicos (energía, finanzas) y las empresas privatizadas para dirigir la inversión hacia las necesidades sociales; establecer el control obrero en empresas clave para evitar la fuga de capitales; repudiar la deuda externa que drena recursos; y aumentar los salarios y reducir la jornada laboral para estimular el mercado interno y generar una demanda que impulse la producción. Coordinar con otros países un bloque cambiario simétrico en la balanza de pagos. Construir un partido obrero y recuperar los sindicatos para la lucha.


La crisis es del sistema capitalista y solo la lucha de clases puede ofrecer una salida. Que la clase trabajadora sea el cerebro.


Raúl: raulvallemore@gmail.com

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