La crisis capitalista y los trabajadores



Por Alejandro Guerrero


La crisis bursátil de estos días es presentada por los gurúes financieros como un problema de los operadores de la City y de las altas finanzas, que en este caso el gobierno difícilmente podrá resolver. Los cuervos de sobretodos negros y atachés se las arreglarán de un modo u otro o irán a la quiebra, poco nos importa. Sí nos importa el impacto que la nueva crisis tendrá sobre las condiciones de vida de los trabajadores.


La caída de acciones y bonos aumentará inevitablemente la recesión y la desocupación, e incrementará las presiones cambiarias que empujan hacia arriba el precio de los alimentos. Presionará además sobre las exigencias fiscales (recuérdese que 800 mil trabajadores pagan impuesto a las Ganancias). Es una crisis que llega desde los centros de poder del capital financiero, de los que la Argentina -obra de sus gobiernos, y el de Milei peor- es un apéndice.


Los temores a la recesión norteamericana (encienden las alarmas los índices de desempleo en ese país) son compartidos por Wall Street y las cuevas financieras de la City porteña, aunque los efectos no sean los mismos.


El “carry trade” con el yen japonés se ha derrumbado. El Banco de Japón había establecido una “tasa cero” de interés, de modo que los especuladores tenían ahí una fuente de financiamiento casi gratuita. Se trataba, entonces, de tomar posiciones en yenes y vender en otras divisas de alta cotización. El Banco de Japón aumentó la tasa y se terminó la fiesta. Todo el mundo a vender y por eso el derrumbe bursátil, incluida la Bolsa de Buenos Aires. La crisis internacional la pagan los trabajadores, los de allá y los de acá.


Los capitalistas miden sus propios temores con un índice particular: el VIX, o “índice del miedo”. Pues bien, el VIX se ha disparado este lunes 5 un 200 por ciento, el tercer porcentaje más alto después de la catástrofe financiera de 2008 y de la pandemia.


A la caída de las bolsas y la recesión en Estados Unidos se añade la caída en la cotización de las materias primas que exporta la Argentina, la soja en primer lugar: la producción argentina supera la demanda mundial, un desastre.


Por otro lado, el precio de las acciones arrastró en su caída, como en el tango, el precio de los bonos soberanos, los papeles de deuda pública.


Eso aleja la posibilidad de refinanciar esos papeles en 2025 con deuda nueva. Es de esperar que la caída del 10 por ciento que ha sufrido el Nasdaq (agrupa a los grandes pulpos internacionales) arrastre aun más a otros índices latinoamericanos, a lo que contribuyen la devaluación del real brasileño y la caída en la cotización de la soja.


Los trabajadores saben por experiencia histórica que las crisis capitalistas caen inevitablemente sobre sus espaldas: inflación, despidos, salarios a la baja, aumento de los ritmos de producción, deterioro general de las condiciones de vida y trabajo. Resulta indispensable organizar un muro de defensa contra los ataques del capital.


Tenemos con qué: dos paros generales -uno masivo- y una movilización de 1 millón de personas lo demuestran. Se trata de derribar esa barrera que el enemigo de clase nos opone en primera línea: la burocracia sindical.

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