Romper muros

Alejandro Guerrero



La recaudación fiscal cayó 14 % en junio (La Nación, 2/7). El mismo diario añade: ”Sin el aporte de los tributos vinculados con el comercio exterior, la baja llegaría al 17%”.


Dicho más claramente: de no haber sido por los impuestos vinculados con el comercio exterior, el derrumbe habría caído tres puntos más al 14%. Esta caída tiene que ver con el desplome de la actividad interior.


La OCDE, que reúne a las principales potencias imperialistas, anunció una “fuerte recesión” en la Argentina para 2024: una caída de la actividad económica del 3,3%, la más alta del mundo después de Arabia Saudita. De inmediato, la OCDE elogia “la política fiscal” de Milei porque ha desacelerado la inflación. Como la OCDE no necesita decir qué intereses de clase defiende, tampoco necesita decir que una cosa y la otra van de la mano. Sin embargo, la OCDE empeora su pronóstico, ya que en febrero anunciaba una caída del 2,3%. En otras palabras, el consumo argentino sigue de mal en peor.


La OCDE habla de la “incertidumbre política” entre los factores que pesan sobre la inversión. La Ley de Bases tuvo una aprobación peor que endeble, estuvo al borde del  rechazo y el oficialismo al borde de retirarla. Así y todo, quedó mutilada, si bien en los aspectos más antiobreros se pusieron todos de acuerdo: por ejemplo el impuesto a las ganancias (al salario) que obligará a 800 mil trabajadores a pasar otra vez por ventanilla.


De todos modos, esa luz verde a lo que quedó de la Ley de Bases no alcanzó a mitigar esa “incertidumbre”  que señala la OCDE ni la “intranquilidad” de los mercados subrayada por consultoras como, por ejemplo, LCG.


En  este punto, no obstante, la OCDE miente: la crisis polìtica interburguesa (por cierto la hay: partidos que se rompen, incluso el PRO se hace añicos) no es la principal causa de “incertidumbre política”, sino la fuerza potencial de dos paros generales -convocados por la burocracia para impedir algo peor- y una movilización de 1 millón de personas en defensa de la educación pública.


El gobierno no marcha hacia su propio desastre gracias al muro de contención que le pone la burocracia sindical, no porque los burócratas quieran hacerle un favor a Milei sino porque la burocracia le teme a la lucha más que a la peste.


Las autoridades económicas contienen la inflación (moderan su suba) sentados sobre la caja, con el recurso principal de los despidos y el parate de la actividad, y con maniobras de almacenero para evitar o atar el tipo de cambio.


Pero la economía tiene leyes propias: “El tipo de cambio está atrasado, es un hecho, está en mínimos, y cada vez que la Argentina ensayó periodos en algún momento vino el ajuste, que puede darse mañana o un año después” (Cohen Aliados Financieros).


En definitiva, el pueblo trabajador paga el ajuste para contener el tipo de cambio, y paga el ajuste cuando el tipo de cambio estalla. Entretanto la economía nacional sigue organizada para pagar una deuda externa impagable de 406.000 millones de dólares.


Esto seguirá así mientras la voz potente que se hizo oír en dos paros nacionales, en una movilización de 1 millón de personas, en regueros de paros del transporte y de diversas fábricas, no se convierta en huelga general. Necesitamos para eso hacer de la Argentina una enorme huelga general. Tenemos para eso experiencia y tradición de sobra.

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