Ellos o Nosotros




Por Alejandro Guerrero



Como recordamos, Milei prometió durante su campaña electoral “quemar el Banco Central” y “dolarizar la economía”. No imaginaba el actual Presidente que su promesa de campaña comenzaría a cumplirse contra su voluntad mientras él y su ministro de Economía, Luis Caputo, bregan por impedirla. La inestabilidad monetaria está en la naturaleza de las cosas de un régimen sustentado,precisamente en los manotazos monetarios, para tapar o postergar, el estallido de la crisis de fondo.


Entretanto, Milei y su ministro de Economía desesperan porque el dólar blue (el que marca el paso de todos los demás), toca los 1500 pesos el lunes 8, lucen muy contentos porque baja a 1300 el martes 9, vuelven a desesperar porque torna a los 1500 el viernes 15, y tiende a la suba el lunes 16. Puede bajar el martes y volver a escalar el miércoles; en cualquier caso su signo es la inestabilidad.


Resulta llamativo que estos nuevos saltos de los mercados se produzcan despuès de la aprobación parlamentaria de la Ley de Bases, lo que demuestra su endeblez. Es de prever que algo parecido ocurra después del rastrerismo de los gobernadores en Tucumán.


No obstante, el gobierno avanza en lo que más le interesa: la poda del Estado, los despidos en masa. Lo demás, más o menos puede esperar.

“La etapa del déficit cero, ahora viene la de emisión cero”, ha dicho Milei.


En principio, la estabilidad cambiaria se consigue con un recurso de quiosquero; absorben pesos  para comprar dólares blue, y luego con parte de esas divisas  compran dólares financieros, de una cotización menor: por eso se “achica la brecha entre entre el dólar callejero, el real, y el ficticio dólar oficial, válido únicamente para quedarse con una parte de los dólares de exportación. En cuanto al déficit -cuya baja es correlato del descenso de la emisión- se achica no con la motosierra sino con el cortafierro: los despidos masivos.  “Cerrado: nos echaron a todos”, se leen carteles en las puertas de varias entidades.


En verdad, en ese punto radica hoy el nudo de la situación política; en la capacidad de los trabajadores para resistir a los despidos. Ellos se sientan arriba de la caja, cierran todo grifo y así recortan el déficit, a lo bestia.


Es un crimen que conflictos como el del Sutna (neumático) se desarrollen en soledad. Por eso el Ministerio puede dictar la conciliación obligatoria con los despedidos afuera.


Se trata de construir una barrera defensiva a estas arremetidas, ponerles coto. Cierto es que resultaría mucho mejor si el sindicato desacatara esa conciliación y pudiera, así, convertirse en un punto de referencia para todo el movimiento obrero de la zona, como lo fue en el pasado.


Conviene recordar que la lucha defensiva es más fuerte que la ofensiva si está compuesta de una serie de golpes eficaces y bien propinados. Después, la ofensiva se descargará sobre una fuerza dispersa.


Necesitamos transformar cada lugar de trabajo y de estudio en un centro de conspiraciones contra este gobierno canalla, que comienza, por si acaso a organizar grupos de choque y organismos corporativos, como si preparara su tránsito al fascismo.


La Argentina tiene una larga tradición asamblearia, de pueblo en las plazas.


¡Llenar la Argentina de asambleas!

¡Por la huelga general!

¡Ellos o nosotros!


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