Que la Argentina sea Misiones

 

Misiones empieza a insinuar la posibilidad de extenderse a Corrientes y Salta, y si el movimiento llegara al cordón industrial santafecino, al GBA y a la CABA tendríamos una situación revolucionaria abierta y la posibilidad de expulsar velozmente a esa escoria de la Casa Rosada.

Es sólo una posibilidad, pero también es la perspectiva en la que una izquierda revolucionaria debería trabajar con firmeza.

Misiones tiene todos los ingredientes.

Trabajadores que salen a luchar contra la miseria del único modo posible: la acción callejera, el corte de rutas, la ocupación de edificios públicos, y la huelga. 

Y el dato quizá más significativo: el quiebre del riñón represivo del Estado, la movilización policial que se solidariza además, activamente, con docentes, judiciales y trabajadores de la salud. 

No es cosa de todos los días ver un corte de calles policial y, con los agentes, docentes y personal de salud cortando juntos una intersección de avenidas con patrulleros y ambulancias, gritando todos “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode”.

Portavoces del conflicto policial han hecho saber además que su lucha no termina mientras no se satisfagan los reclamos de los maestros, de modo que ya no pelean sólo por sus propias demandas sino por las de los demás trabajadores, La solidaridad de clase, cuando se manifiesta en los miembros de un organismo estatal de represión, indica un quiebre de una profundidad especial.

Otro punto a tener en cuenta es que la burocracia de los sindicatos docentes arregló con el gobierno - Pasalacqua era kirchnerista pero ahora encontró que el sol calienta mejor con Milei- un aumento miserable, pero ese acuerdo no movió ni un poquito el amperímetro de la movilización.

Por el contrario, en cada corte la burocracia sufrió el repudio de sus bases, de modo que un burócrata no podría asomarse por ahí sin pasarla muy pero muy mal. Surge, por tanto, una nueva dirección combativa.

Como se ve, la supuesta “desmovilización” de la clase obrera y el pueblo trabajador no es más que una excusa para no pelear. En lo poco que lleva de mandato, esta bestia ha tenido que soportar dos paros generales -uno de ellos masivo- una movilización de 1 millón de personas en defensa de la educación y, ahora, la rebelión misionera. He ahí la tendencia a la huelga general.

¿Que se trata sólo de eso, de una tendencia? Por supuesto, pero es la tendencia que un revolucionario tiene el deber de impulsar con todas sus fuerzas.

La impotencia de la interventora Bullrich con sus fuerzas federales, Gendarmería, Prefectura y PFA (“nos quedamos hasta que esta situación cese”, declaró) está dada, entre otras, por el corte docente del kilómetro 1440 de la Ruta Nacional 14 (la “ruta del Mercosur”), las movilizaciones de docentes autoconvocados en Guaraní y Aristóbulo del Valle, en Salto, en San Vicente, en la asamblea y corte del kilómetro 1251 de la misma ruta.

En la toma del Palacio de Justicia, en la movilización creciente de los productores yerbateros -en buena parte pequeños campesinos- y, muy especialmente, en la rotura del aparato represivo del Estado provincial.

El conflicto muestra, además, la inconsistencia de la desaceleración inflacionaria, sustentada sólo en la miseria salarial, los despidos, la licuación de las jubilaciones, la caída del 16 por ciento de las ventas de las pymes en abril; en fin, en una recesión como no veía desde los años 30 del siglo pasado. 

Y la inconsistencia también de la caída del déficit fiscal, logrado con el método brutal de sentarse sobre la caja y parar la actividad económica. El respaldo que puede tener este gobierno en una franja de la población es bobo y pasivo, es el respaldo de todo lo que está quieto contra todo lo que se mueve.

Es penoso que entre lo quieto esté la izquierda parlamentarista; de lo contrario ya tendríamos una manifestación de miles a la Casa de Misiones en Buenos Aires.

El conflicto misionero está en plena marcha y se desenvuelve hacia otras provincias. A toda costa se debe evitar su derrota, es ahora un bastión estratégico. Pero, en cualquier caso, la lucha en Misiones se incorpora a la serie de movilizaciones que marcan el principio del fin de este gobierno infame.

¡Viva la lucha misionera!

¡Por la huelga general!

¡Para que la Argentina sea Misiones!

¡Fuera esta escoria del gobierno!

Círculo de Trabajadores

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