Un país que se paraliza




Alejandro Guerrero



Las ventas de las pyme cayeron un 22,1 por ciento en el primer trimestre del año. Ese solo número habla de un país que se paraliza, que deja de consumir, cuya economía se desmorona (dato de Ámbito Financiero, 7/4).

Según esa misma fuente, las ventas de las pyme caen un 12,6 por ciento interanual en marzo. El 22,1 por ciento del primer trimestre señala que la recesión empieza a volverse insoportable.

El derrumbe se explica. La “motosierra” de Milei funciona a fondo en la licuación de las jubilaciones, el cese del pago a proveedores -con la consiguiente cadena de quiebras- y la interrupción de las transferencias del Tesoro. Los despidos oscilan entre 70 y 120 mil, y van en aumento. No hay repartición pública que no haya sido afectada por las cesantías, con la repercusión que eso tiene en la actividad privada. Ese estado de cosas habrá de empeorar en junio, cuando vencen las prórrogas de contratos trimestrales.

La actividad en la industria automotriz, por ejemplo, se derrumbó un 16 por ciento. Por eso Volkswagen anunció su partida a Brasil, donde el negocio automotor conoce un auge y trepó un 17 por ciento. Esa salida es una catástrofe en materia de empleo, no sólo por los despidos directos sino porque la automotriz es una industria impulsora de muchas otras, como las autopartes, neumáticos, etc

Entretanto, mientras una jubilación mínima está por debajo de los 200 mil pesos y se le robó a los viejos un bimestre entero de aumentos (el peor: diciembre-enero), ATE sitúa el costo de la canasta básica entre 1 millón y 1.1 millón de pesos, según la zona del país. Además, Milei y compañía dejan de ser “antiestatistas” cuando se niegan a homologar convenios de trabajo, que son un acuerdo privado entre partes en los que el Estado no tiene por qué meter la nariz.

La economía argentina se detiene, pero la Argentina -su lucha obrera- empieza a ponerse en movimiento.

El gobierno recortó drásticamente las partidas presupuestarias en todos los rubros, especialmente en Educación y Salud ¿En todos? No, en todos no. Consciente de las necesidades de su política, este “libertario antiestatista” aumentó considerablemente el presupuesto del corazón del Estado: sus fuerzas represivas. Se incrementaron los presupuestos de las Fuerzas Armadas, de seguridad e inteligencia, y se aumentaron los sueldos de esos sectores. Por ejemplo, se multiplicaron los fondos reservados de la AFI, la ex SIDE, que sirven para crear recovecos de espionaje a la población y además, como no le rinden cuentas a nadie, son un barril sin fondo de corrupción.

La “motosierra” no funcionó para proveer a la Fuerza Aérea 24 cazas norteamericanos F-16 (los K le iban a comprar juguetes parecidos a los chinos) por 650 millones de dólares. La devolución a las FFAA de un papel político relevante mediante la teoría de la “memoria completa”, de relativización del genocidio, y “narcoterrorismo”, indica que el gobierno sabe que necesitará, a pesar de su “antiestatismo”, de todo el poder represivo del Estado para llevar adelante su política. El “narcoterrorismo” es una doctrina pergeñada por el Departamento de Estado para que los militares intervengan en la represión interna. El gobierno está convencido de que únicamente podrá controlar el descontento social por medio de la violencia física, como ya lo hace, además de la violencia oral en las redes sociales y los medios de comunicación.

“Yo no dejo de pensar que el Estado es una organización criminal violenta que se financia con una fuerza coactiva llamada impuesto”, había declarado Milei cuando era panelista de TV. Sin embargo, para reforzar esa criminalidad, ahora repone el impuesto al trabajo (impuesto a las ganancias).

Por lo demás, la situación económica incrementa la disconformidad de sectores importantes de la burguesía, quebrados por la cancelación de contratos y la recesión. Incluso las entidades agrarias manifestaron su disconformidad por lo exiguo de la reducción de aranceles al sector. En un comunicado dirigido al ministro de Economía, Luis Caputo, recordaron que “los muertos no siembran”.

Inevitablemente, la crisis económica tenía que generar la correspondiente crisis política, en principio el resquebrajamiento del propio oficialismo. Sorprendentemente, Marcelo Ramal (Política Obrera) sólo ha visto un golpe de Estado contra el parlamento (no me toques el parlamento) en la destitución de Marcela Pagano, de La Libertad Avanza, de la presidencia de la Comisión de Juicio Político de Diputados, apenas dos días después de ser designada. Aparentemente el Ejecutivo quiere ahí a Benegas Lynch, el orangután del trabajo infantil y la no obligatoriedad de la educación. El oficialismo se rompe: LLA se resquebraja internamente, el radicalismo está partido en dos con Martín Lousteau, y Mauricio Macri le advirtió a su entenado Luis Caputo que el respaldo de PRO al gobierno deja de ser incondicional, y verán “ley por ley” cómo votan.

Por eso, la Comisión de Juicio Polìtico quedó en un limbo, porque el presidente de la Cámara, Martín Menem, no consiguió el acuerdo de la “oposición dialoguista”. Todo lo sólido se desvanece en el aire.

En efecto, el gobierno se ve obligado a avasallar al parlamento, o a intentarlo, porque está en minoría. El Congreso lo deja hacer: después de todo, cuando Milei salga eyectado como De la Rúa el trabajo sucio ya estará hecho. Pero LLA se rompe a ojos vista: ya hubo una crisis cuando la vicepresidenta, Victoria Villarruel, convocó por su cuenta, contra la voluntad del Ejecutivo, a sesión de la Cámara alta para tratar el DNU. “Armó una agenda propia”, le reprochan desde la Casa Rosada. Pero el editorial de Ramal ve un acto de fortaleza prepotente del gobierno donde hay, sobre todo, un manotazo de ahogado.

En otro orden de cosas, sabido es que a la burocracia nada le fastidia más que convocar a paros. Lo hace con el viejo método de llamar a la huelga un mes antes, a ver si en el medio aparece una lucecita que permita levantarlo. Es un mecanismo geronte: no ve que el gobierno no puede darle a la CGT la paz que pide, porque aunque quisiera dársela -y por cierto no quiere- la naturaleza del combate lo obliga a pelear hasta el final. Más sorprendente es que la izquierda parlamentarista y reformista del FITU finja no ver esto y se limite a pedir que el paro sea “activo”.

Si los “gordos” llaman al paro es porque las cosas empiezan a bullir desde abajo. Es preciso llenar de reuniones y asambleas cada lugar de trabajo o de estudio, cada organización barrial, hacia la huelga general. Por el derecho a la vida, por un salario mínimo de 1 millón de pesos y, en perspectiva, para que se vayan estos criminales ¡Fuera Milei!

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