Los juegos de guerra de Milei y Bullrich





Alejandro Guerrero



La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich (ex Carolina Serrano, oficial de Montoneros hasta su deserción en 1979), denunció que células de Hezbollah están operando en Iquique, en el norte de Chile. Lo hace en el mismo momento en que la Fuerza Aérea argentina recibe cazas F-16 norteamericanos por 650 millones de dólares.

No es la primera bravuconada bélica del gobierno “libertario”. Primero prometió enviar soldados a Ucrania y después organizó un payasesco “gabinete de crisis” cuando Irán lanzó unos drones contra Israel en respuesta al atentado terrorista del Estado sionista contra la embajada de Irán en Damasco. Tiempo antes, Milei añadió otra provocación contra Colombia, al calificar a su presidente, Gustavo Petro, de “comunista asesino”, con el consiguiente conflicto diplomático (dicho sea al pasar, aquel incidente mostró el resquebrajamiento de La Libertad Avanza: la canciller, Diana Mondino, bramó porque el embajador argentino en Colombia, Gustavo Dzugala, no le contestó el teléfono mientras duró el problema).

Además, el gobierno ha contribuido a la multiplicación del gasto público y el endeudamiento exterior (16 mil millones en marzo), es decir lo contrario de lo que decía proponerse, en el reforzamiento fortìsimo de los gastos militares, de seguridad e inteligencia.

El fenómeno tiene dos costados. Por uno, como ya se ve, la troupe de Milei sabe que su programa económico no puede aplicarse por las buenas y por eso aumenta el presupuesto de las fuerzas represivas, y bravuconea con circos como el que hizo Bullrich con perros de guerra.

Pero, por otro, el oficialismo se propone involucrar -ya lo ha hecho- a la Argentina en el panorama de guerra internacional que se desarrolla aceleradamente (el encontronazo de Irán con los sionistas formó parte de esa escalada y por eso éstos se apuraron a formar su “gabinete de crisis”).

La provocación de Bullrich contra Chile, gobernado por el centroizquierdista Gabriel Boric, es un mensaje al imperialismo: le dicen que están dispuestos a traer la guerra a esta parte del mundo y que los F-16 estarán bien empleados en ese caso.

Entretanto, no puede con lo más elemental: sostiene la inflación en niveles altísimos aunque a la baja mediante la reducción del gasto con recesión, decenas de miles de despidos, licuación de salarios y jubilaciones y la destrucción de ramas enteras de la industria, como la automotriz (¿amenazará con los aviones a Lula, que anunció una inversión archimillonaria en la industria automotor?).

La supervivencia misma de la Argentina está amenazada por este gobierno. Hacer que este monigote termine como De la Rúa es cuestión de salud pública.

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